Este es el lugar donde los extraños te ofrecen té de manzana para conocerse o para cerrar un asunto. También es un lugar donde la calidad de los textiles no coincide con la calidez de las personas que los tejen. A través de las concurridas callejuelas del Gran Bazar, hay un recuerdo inusual, algo de lo que hablar al regresar a casa. En la mezquita azul, uno está imbuido de la belleza de una religión abusada a menudo. Es una ciudad donde aprendes a domesticar lo extraño y lo extranjero. Para visitar en pocos días, o para toda la vida, Estambul es una parada obligatoria para cualquier viajero.
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